La tía Fruta
La tía Fruta nació llamándose Fructuosa Medina; le pusieron ese nombre para que no tuviese una vida sin sentido y dirección.
Vive entre el presente y los años de su juventud, aquellos cuando se murió su mamá así de pronto y ella tomó su lugar, así, a la mala.
Ensayó su nuevo papel primero con un guajolotito pero este también se murió; ayer se despertó buscándolo.
Se le olvida todo: tu nombre, si eres nieto o sobrino, si ya comió o si es domingo, pero siempre recuerda traer sus trenzas y su sonrisa.
Si le preguntas si ya está vieja, se ríe de ti y contigo. Y cuando se le viene y se le pasa la tos, te responde con un cierto brillo en los ojos: "viejos los cerros, y reverdecen".
Vive entre el presente y los años de su juventud, aquellos cuando se murió su mamá así de pronto y ella tomó su lugar, así, a la mala.
Ensayó su nuevo papel primero con un guajolotito pero este también se murió; ayer se despertó buscándolo.
Se le olvida todo: tu nombre, si eres nieto o sobrino, si ya comió o si es domingo, pero siempre recuerda traer sus trenzas y su sonrisa.
Si le preguntas si ya está vieja, se ríe de ti y contigo. Y cuando se le viene y se le pasa la tos, te responde con un cierto brillo en los ojos: "viejos los cerros, y reverdecen".